sábado, 3 de octubre de 2009
Soy una fabricante de mentiras...
No siento nada. No quiero nada. Me pregunto si debería irme y dejar de ser una constante molestia. Me echan de todos lados, me mandan a la mierda con excusas, dicen cosas para evitar tenerme cerca, para evitar sentir mi dolor. Siento que lo poco que pervivía de mi alma se desgarra, se desangra y llora a gritos. Grita el ardor, el dolor, la pena, la angustia, la soledad. Me exige amor, calor y una compañía que no le puedo prestar. Se me cuela entre los dedos, mi alma se deshace, mi esencia. Siento cómo mis ojos se dilatan, lloran como sin compasión. Lloran porque no pueden más, no quieren más. Siento mi corazón enfermo, comprimido, roto, frío, solo, abandonado, dejado, callado. Siento mi garganta dolida, seca, roja de sufrimiento, cansada de gritar y que nadie escuche, agoniza. Mi cuerpo muriéndose, algo pudriéndose dentro mío, algo sin retorno, indiferente, oscuro y macabro. Siento que no tengo fuerzas, que no puedo más, que nadie me quiere más. Siento que soy horrible, una actriz de cuarta. Todos me ven siendo algo que no soy en verdad, nadie puede verme, nadie puede verme desgarrándome y gritando, muriéndome sola y malherida. Todos ven a una Andra que no es. No soy. No soy más. No soy más, lo que ven por fuera. Soy frágil y todos se empeñan en resquebrajarme, en dejarme, en tirarme, en pisarme. "Sentí, sentiste..." Lo único que puedo sentir es cómo me estoy muriendo, de esta manera tan despedazadora. Es lo único que siento. Me muero y nadie me salva, me muero y a nadie le importa.