Volver a casa y sentir ese olor tan característico que sólo es capaz de ser olido tras un gran viaje. Sentir que la cabeza te da demasiadas vueltas pero sonríes al ser consciente de que has almacenado buenos recuerdos, imágenes de gente genial a tu alrededor, libros de segunda mano, postales escritas por desconocidos, calles con olor a pan recién hecho, días de sol y lluvia, caminos sin final, playas en primavera, pasos sin prisas...Sentir -sentir de verdad, palparlo- que todo parece suceder cuando menos lo esperas, porque cuando menos lo esperas alguien que sujeta una mochila camina frente a ti y te das cuenta de que quieres seguir observando a dónde va. Pierdes la imagen. Hay demasiada gente. Sigues tu recorrido y observas que vuelve, cambia de dirección. Pierdes la imagen. Pierdes la imagen pero no el recuerdo. Las sorpresas nunca fueron tan especiales...Acabo de llegar a casa y me encantaría volver a retroceder el tiempo. Echaba de menos sentirme feliz, sentirme feliz sin ningún por qué. Sentirme feliz como la gente que se siente en paz al saber que nunca disponemos del mañana, como la gente que sabe que la vida es hoy.
miércoles, 5 de mayo de 2010
807. Restart
Me entristecen los días sin sorpresas, los días de sol en los que me bailan los pies y tengo que atarlos a la silla. Me entristece mi incapacidad de ver el mundo desde la mejor perspectiva. Pero quizá haya algo que vaya más allá, algo que un principio comenzó a entristecerme y ahora me duele. Me duele escucharlo y recordarlo, me duelen las fotografías, me duelen los nombres, los lugares...Me duele el sentimiento que implica entregar todas tus emociones a alguien, pues de alguna forma siempre volvemos al origen de nuestra patología.
806. Start
805. Créditos para bee.
-Qué casualidad -bajando la mirada, temblándole la voz.- Qué casualidad...
-No te hagas ilusiones, por si acaso.
-Ah, ¿es que acaso existe un momento previo? ¿las ilusiones llegan antes o después? -confusa.
-¿Te mueres de amor, verdad?