Todo empieza en el interior de algo, como un latido, una lágrima, una sonrisa, una palabra, un silencio, un recuerdo.
¿Dónde se crean y dónde se destruyen todas esas cosas?
sinceramente nadie tiene suficiente poder para destruir esas pequeñas cosas, ni uno mismo. Puedes poner todas las ganas, todas las fuerzas, pero es imposible. Si quieres llorar, lo harás, si quieres reír, reirás, si quieres hablar, lo harás, si quieres callar... lo harás, si quieres recordar, lo harás, y todo al compás de los latidos. Es algo inevitable, como un pestañeo, un pestañeo sincero o misterioso... lo malo de los pestañeos es que al ser inevitables te hacen vulnerable, es como si te desnudaran ante los ojos de otra persona, si miro los pestañeos sé todo lo que debo saber de alguien, es como un análisis de sangre, te sale lo bueno y lo malo. Es inevitable.
Pasa casi lo mismo con las ilusiones, son inevitables, sí, pero igual que se crean, se destruyen... y se transforman en espinitas, que luego a medida que te vas quitando te hace pensar, recordar, llorar, reir, hablar o callar. Pero jamás, JAMÁS, hay que dejar que esas cosas sean más fuertes que los latidos.
Un sí o un no. Eso es la vida, dicen. Pero la mía no depende solo de eso, hay siempre algo más detrás de todo eso. Yo, simplemente. Yo soy un sí y soy un no, el quiero y puedo, o el puedo y no quiero, o el quiero y no puedo, porque no todo es querer y poder, esfuerzo, constancia, fortaleza... un sí o un no. Eso es lo de menos.
Vidas... al fin y al cabo, nudos, lazos, que se juntan y separan, caminos en la misma dirección o de distinto recorrido. Todo empieza por algo... y hay cosas que nunca terminan. O sí... o no. No sé... eso es algo que no me define.
¿Dónde se crean y dónde se destruyen todas esas cosas?
sinceramente nadie tiene suficiente poder para destruir esas pequeñas cosas, ni uno mismo. Puedes poner todas las ganas, todas las fuerzas, pero es imposible. Si quieres llorar, lo harás, si quieres reír, reirás, si quieres hablar, lo harás, si quieres callar... lo harás, si quieres recordar, lo harás, y todo al compás de los latidos. Es algo inevitable, como un pestañeo, un pestañeo sincero o misterioso... lo malo de los pestañeos es que al ser inevitables te hacen vulnerable, es como si te desnudaran ante los ojos de otra persona, si miro los pestañeos sé todo lo que debo saber de alguien, es como un análisis de sangre, te sale lo bueno y lo malo. Es inevitable.
Pasa casi lo mismo con las ilusiones, son inevitables, sí, pero igual que se crean, se destruyen... y se transforman en espinitas, que luego a medida que te vas quitando te hace pensar, recordar, llorar, reir, hablar o callar. Pero jamás, JAMÁS, hay que dejar que esas cosas sean más fuertes que los latidos.
Un sí o un no. Eso es la vida, dicen. Pero la mía no depende solo de eso, hay siempre algo más detrás de todo eso. Yo, simplemente. Yo soy un sí y soy un no, el quiero y puedo, o el puedo y no quiero, o el quiero y no puedo, porque no todo es querer y poder, esfuerzo, constancia, fortaleza... un sí o un no. Eso es lo de menos.
Vidas... al fin y al cabo, nudos, lazos, que se juntan y separan, caminos en la misma dirección o de distinto recorrido. Todo empieza por algo... y hay cosas que nunca terminan. O sí... o no. No sé... eso es algo que no me define.