Y ella tomó sus maletas y sin mirar atrás, no regresó jamás. Sabía que dejaba mucho en ese lugar, pero no había otra alternativa, debía marcharse aunque
el destino y su corazón le dicten lo contrario.
Sabía, también, que si se quedaba seguiría sufriendo, llorando malgastando su vida por alguien que no valía la pena para los demás, pero que para ella... era el mundo.