Siempre terminas involucrándote más de lo que deberías.
Ésta vez la razón ha ganado al corazón.
Por fin comprendes que no puedes pasarte las tardes pegada a la pantalla del ordenador esperándole a él.
Cuando él sólo la espera a ella.
La niña se ha dado cuenta, y sonríe.
Sonríe de verdad en mucho tiempo.
Porque ha ganado una batalla.
Ya era hora.