Un año y nueve meses justos habían pasado desde la primera vez que la vio. Ni siquiera se fijó en ella. A sus ojos, la dulzura que transmitía era algo que le parecía curioso,muy pocas veces había visto una chica así. No tardó en acercarse y comprobar que aquella niña era más que una del montón.Ella era distinta. No se separó de ella en toda la clase y se alegraba cada vez que la veía entrar sigilosamente al aula.
Athan se sentía impotente por no ser capaz de decirle lo mucho que la quería pero el temor al rechazo social era más fuerte. Los momentos compartidos, esos últimos, eran cada vez más sombríos y tensos, y no lograba levantarle el ánimo de ninguna manera, ella estaba triste porque no daba el paso que ella ya se había atrevido a dar.
Y ella,Cassie, la joven de 15 años que pensaba que todo iba bien había caído en una nebulosa. No lograba entender nada. Y aún así siguió a su lado. A pesar de todo.
Pero un día, Cassie no aguantó más la presión, y se esfumó. Se transformó.
Athan y Cassie.Dolida y con las lágrimas en las pestañas tachó sus nombres con rabia en su cuaderno especial.Ése que no le enseñaba a nadie. Dos nombres que quizás no estaban destinados a estar en la misma frase.
Dos personas que quizás no estaban hechos para vivir un cuento de hadas donde cada uno era la estrella del otro.
Un año más tarde, tal vez el tiempo quiso darnos otra oportunidad, pero el reloj invirtió las agujas y no quiso volver atrás.
Si un abrazo durara S I E M P R E ... 5 años más tarde, Cassie dejó de escribir en su cuaderno especial. Se dedicó a releerlo todo, y le dio la razón a Clara, las falsas ilusiones son las que más daño hacen y los recuerdos mutilan el alma. Desgarran todo a su paso, sin una pizca de consideración.
Cassie aprendió la lección a los 22 años. 22 porque es su número de la suerte, su día, y la cantidad de veces que hay que multiplicar por cada gota de lluvia que cae desde el 2008 para saber las lágrimas que ha derramado ella.
Por él. Por Athan.
¿Qué es lo que escondes, Cassie?
Me escondo en mi papel.