Me entristecen los días sin sorpresas, los días de sol en los que me bailan los pies y tengo que atarlos a la silla. Me entristece mi incapacidad de ver el mundo desde la mejor perspectiva. Pero quizá haya algo que vaya más allá, algo que un principio comenzó a entristecerme y ahora me duele. Me duele escucharlo y recordarlo, me duelen las fotografías, me duelen los nombres, los lugares...Me duele el sentimiento que implica entregar todas tus emociones a alguien, pues de alguna forma siempre volvemos al origen de nuestra patología.