La vida no se mide por el número de veces que respiras, sino por el número de momentos que te dejan sin respiración.
Para tí es fácil decirlo.
Hablar es barato. Si no lo fuera, la gente tal vez dejaría de lanzar "te quieros" a diestro y siniestro como si fuese una frase rebajada en un cajón de la sección de oportunidades. Ser tacaño con los sentimientos, guardarse de expresarlos hasta el instante propicio, debería concederles más valor a ojos de aquel con quien finalmente te sinceras, por mucho que tarde en llegar ese momento. Si estás con la persona acertada, es una inversión que merece la pena. La pega es que , a veces , esperas tanto para escuchas esas palabras que acabas roto por dentro.