Claro que duele, me decían. Duele cuando piensas que esa niebla que te rodea nunca se irá, cuando el agua se cuela por tus zapatos hasta encharcarlos, duele cuando las risas te suenan lejanas, cuando miras esa película que te hace llorar o cuando te acuestas a las cuatro de la mañana sin pensar en nada, ni siquiera en si habrá mañana.
Puede parecer pesimista, sí, quizás, en cualquier caso siempre me lo decían: ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Y nunca he creído en eso porque aveces los vasos se rompen con solo mirarlos, como cuando rompes a llorar y las lágrimas llegan a tu boca y te saben saladas, pero no como la sal del mar... no te recuerda a la arena y al verano y eso no es bonito.
Puede parecer pesimista, sí, quizás, en cualquier caso siempre me lo decían: ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Y nunca he creído en eso porque aveces los vasos se rompen con solo mirarlos, como cuando rompes a llorar y las lágrimas llegan a tu boca y te saben saladas, pero no como la sal del mar... no te recuerda a la arena y al verano y eso no es bonito.
Yo solía contemplar las puestas de sol y me gustaba oler el día por la mañana, hasta me gustaba madrugar para ver que mil instantes me depararían ese día pero todo está tan lejos... Ya casi no recuerdo esos momentos y no es que me haga mayor, no fue hace tanto, que va.
Las cosas siempre cambian, hay gente que cambia y hay otra que nunca pero las cosas en general siempre cambian. Aveces siempre para mal y otras para bien y en este momento no veo nada más que esta niebla y estos calcetines que esconden unos piececitos fríos.