Noté como moría. Sí, lo noté como si de una cuchilla en mi piel se tratase, como si todas las arterias de mi cuerpo se estirasen y retorciesen de dolor. Las caricias por sus piernas me hacían tiritar y los ojos se me llenaron de lágrimas que no merecían caer. Porque no se puede llorar por algo que nunca existió, me dije. Entonces,¿por qué me arrastro por el suelo como si no tuviera vida y me agarro al borde de tus pantalones, pidiéndote lo que nunca me dirás? Ya no me importan los cristales del suelo, por eso los recojo con las manos. Puedes irte con ella.Mañana será otro día y si recuerdo algo no será sus labios en los tuyos. Será mi corazón roto y destrozado en la basura.