-Ya no la llevas.
-Qué.
-Su pulsera.
-Ya.
-Era bonita.
-Sí. También su forma de hablar y de mirarme. Y de cuidarme. Me gustaba todo de él. Por supuesto también su pulsera.
-¿Y donde está ahora?
-La tiene otra. Como su corazón.
Y seguiste ahí, justo detrás de él sin que te viera.Escondida tras el telón de una obra que nunca se estrenó.Y les mirabas sin llanto ni sonrisa, deseando escapar de allí.
-Cuatro paredes puedes ser realmente pequeñas aveces.
-Era asfixiante. ¿Por qué no te fuiste?
-Porque yo no quiero estrangular mis mariposas